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    Los testimonios de la expropiación 

    'Ese día 19 de marzo llegamos y estaban paradas las plantas. Lo peor fue cuando quisimos echarlas a andar y nos encontramos con que los archivos estaban vacíos. Con las ganas inmensas de resolver las cosas, juntamos todos los apuntes que había hecho cada trabajador y lo que sabíamos por experiencia y así las echamos a andar. Y es que teníamos el orgullo muy en alto.' Ing. José Ornelas Canales, 78 años, jubilado. 

    'Nos daban 15 minutos con reloj en mano para comer. Como estábamos en el campo, nada más en acarrear la bolsa ya se acababan.' J. Carmen Rueda Solís, 82 años, jubilado. 

    'Nos preguntó nuestro gobierno, que era el Gral. Lázaro Cárdenas, si estábamos dispuestos a apoyar. ¿Cómo no íbamos a estar dispuestos si había que defender la riqueza de nuestro país?' Eduardo Díaz, 80 años, jubilado. 

    'La industria la mantuvimos nosotros de milagro, pues no había refacciones.' Eduardo Bolaina, 76 años, jubilado. 

    'Para mí es motivo de gran orgullo saber que mi hijo, al igual que yo, esté gozando de la jubilación de Petróleos Mexicanos. Cuando nació (en 1934), acabábamos de pasar una dura huelga en contra de las compañías petroleras extranjeras, las cuales se encontraban renuentes a darnos las mejoras laborales que después gozó mi hijo.' José Castellanos, 83 años, jubilado; José Castellanos Hernández, 53 años, jubilado. 

    'Si uno le faltaba el respeto a un gringo, enseguida le ponían ‘Bola Negra’ y lo boletinaban en todos los campos. Hubo compañeros que ante tal situación, para poder trabajar en otro lugar se tenían que cambiar de nombre ya que sólo pedían la edad, el origen, y no solicitaban ninguna fotografía.' Rubén Ramírez, 68 años, jubilado. 

    'En la primera huelga ganamos el descanso, porque antes trabajábamos 6 días; únicamente eso nos pagaban. Ni soñábamos con vacaciones.' Ernesto Sosa Fuentes, 80 años, jubilado. 

    'Cuando la expropiación, yo vi llorar a Mister Karrington, que era un ingeniero holandés encargado de las plantas compresoras de El Plan; no eran lágrimas de coraje, sino de tristeza, ya que al igual que muchos extranjeros, se había encariñado con México.' Teodoro Cruz Aquino, 70 años, jubilado. 

    'Éramos 90 hombres cargando todo el material a puro mecapal. ¿Cómo podíamos defendernos si no sabíamos nada? Éramos como niños.' Fernando Piedra Torres, 77 años, jubilado. 

    'Teníamos algo muy grande en ese momento. Teníamos la esperanza.' Ismael Maldonado, 68 años, jubilado. 

    'Escuchábamos el ruido de una máquina de escribir y entramos y ahí estaban los gringos. Y les dijimos: ‘¡se salen!, ¡ahora nosotros somos los que mandamos aquí!' '. Marcelino Sánchez, 79 años, jubilado. 

    'A la hora que se fueron los gringos, los que sabían les enseñaban a los que no sabían y en las oficinas les empezaron a enseñar a los del Sindicato, pero ya las cosas no se hacían en inglés.' Antonio Sánchez López, 80 años, jubilado. 

    'Los primeros años posteriores a la expropiación fueron de grandes penurias. Los rollos de papel de las máquinas sumadoras no los podíamos tirar una vez usados, sino que los utilizábamos de los dos lados. También empatábamos los cachitos que sobraban de los lápices para hacer uno solo. Dicha situación duró como cinco años.' Irineo Gallegos, 73 años, jubilado. 

    'Cuando andábamos buscando nuevas localizaciones de posibles yacimientos, durábamos hasta un mes internados en la selva. El agua para beber la obteníamos de donde podíamos; en cambio, los extranjeros salían del campamento con sus cantimploras repletas de agua. Muchos de nuestros compañeros se quedaron enterrados entre el monte, mordidos por la terrible Nuayaca, pues no nos daban ni botas, ni teníamos medicinas y sólo recurríamos, cuando se podía a los remedios caseros aprendidos durante tantos años de andar entre la selva.' Israel Zurita, 78 años, jubilado. 

    'Desde las compañías siempre fuimos responsables de nuestro trabajo. Por eso, cuando se decretó la expropiación petrolera y recibimos a los primeros ingenieros mexicanos, nos empezaron a respetar y a darnos nuestro lugar.' Eleazar Córdova, 72 años, jubilado. 

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    * Testimonios y titulares de periódicos tomados del libro ‘Los cohetes duraron todo el día’, de Pedro Mayer. 1988. Edición para el 50 aniversario de la Expropiación Petrolera. 

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